Cuatro momentos (parte 4): poder y promesas

Cita Bíblica: Mateo 28: 16-20.

Introducción.

Hombres y mujeres de fe en Cristo Jesús, por todo el mundo y a través de la historia, han experimentado las gloriosas ventajas de creer en Jesucristo, aferrándose a sus promesas, sabiendo que, pese a toda circunstancia adversa, ellos han tenido consigo las armas espirituales para vencer las dificultades y la seguridad de que Dios siempre cuidaría de ellos.

¿Qué es una promesa de Dios para tu vida?

Una promesa de Dios es una declaración de la Divinidad que lleva en sí misma el poder para cumplirse, siempre y cuando las condiciones establecidas de antemano se cumplan. No es que Dios transfiera de su poder a nuestras personas para que lo usemos a nuestro arbitrio, no, es el poder de Dios que está disponible para hacer de esa promesa una realidad. Para todos aquellos creyentes en Cristo que dedican un tiempo a estudiar Las Escrituras y privilegian una vida de oración y sometimiento a Dios, les es posible acceder a muchísimas promesas hechas por Dios.


Existen promesas en el Antiguo y en el Nuevo Testamento. Estas promesas de nuestro Padre Celestial tocan cada área de nuestras vidas. Todos los pactos, o compromisos que Dios ha hecho con el hombre a lo largo de la historia, se basan en promesas. Ahora, si dedicamos tiempo para analizar los mandamientos y estatutos del Señor, nos damos cuenta de que su cumplimiento está asociado siempre a promesas que son para beneficio de los que los cumplen. También vemos que las Promesas de Dios atingentes a nuestras vidas, tanto física como espiritual, siguen hoy vigentes, y seguirán vigentes.

I. PROMESAS DE JUAN 14: 1-14
II. TENER PODER CON DIOS
III. LA POTESTAD DE CRISTO
IV. HACER LAS OBRAS DE CRISTO
V. PODER EN LA ORACIÓN

Conclusión.

Cuando alguien tiene poder con Dios, atraerá muchas bendiciones de lo alto sobre la persona que lo posee, y también la convertirá en instrumento de gran bendición para los demás, ya sea en la evangelización, la enseñanza, la predicación, el estudio de la Palabra y la oración. No debemos descuidar aquellos mandatos por los cuales nuestro Señor nos reviste con su poder, si queremos ser siervos fieles a Dios.

La tolerancia de cualquier pecado conocido nos priva del poder con Dios, y el descuido de cualquier deber conocido impide al hombre que tenga éxito cuando ora. Si quieres ser escuchado por Dios, has de tener “una conciencia sin ofensa.” Debes acudir delante del Señor confesando tu pecado, y pidiéndole ayuda.

Cuando el Señor Jesucristo te reviste de su poder para que hagas las obras que él te ordena, ya no hay temores o miedos de por medio, no hay ansiedad por los continuos fracasos que has tenido en el pasado.

Ninguno de nosotros sabe lo que el Señor podrá hacer con cada uno, sólo sabemos ciertamente que estamos bajo su potestad, pues, toda potestad ha sido dada a Cristo, por quien fuimos redimidos y a quien pertenecemos.

Predicador

Hermano José Trejo Larenas

Fecha

10 de septiembre de 2017

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