De regreso a casa

Queridos hermanos:

Al comenzar este nuevo año les invito a meditar en el hecho de que el cristiano siempre tiene ante sí una puerta abierta, pues nunca se encontrará desamparado o «dejado a su suerte».

El hijo de Dios no debe desesperarse ante la adversidad, pues es Dios quien le dice: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.» (Isaías 41: 10). Aunque estas palabras fueron dichas en un contexto del Antiguo Testamento, también las podemos aplicar para cada uno de nosotros en la presente dispensación; son palabras maravillosas, que infunden ánimo, sosiego y esperanza.

Mucho más adelante es nuestro Señor Jesucristo quien nos ratifica: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» (Mateo 28: 20b).

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Hechos 8: 26-40.

Introducción

En el libro de Hechos encontramos relatos de personajes fascinantes, así como de grandes viajes. Principalmente conocemos de los largos viajes efectuados por el apóstol Pablo y, con el relato del libro, podemos en forma muy precisa trazar sus grandes travesías misioneras.

Pero también encontramos otros personajes fascinantes como Felipe y grandes viajes asociados a su ministerio como el que hizo aquel funcionario etíope, quien vino desde muy lejos para llegar hasta Jerusalén. Se nos dice que este hombre venía desde Etiopía, aunque esa famosa ciudad de la antigüedad difiere mucho de la actual. Esta región correspondía a una parte de Egipto y se extendía desde la parte alta del Nilo hasta la ciudad moderna de Asuán, área que es de gran interés a causa de la construcción de la represa con el mismo nombre entre los años 1960 – 1970.

Resulta notorio que aquel etíope había viajado aproximadamente 1600 kilómetros. Este hombre recorrió una gran distancia para llegar a Jerusalén a adorar y, aquí lo vemos de regreso a su país, su peregrinaje había terminado, pero al parecer todavía persistían muchas dudas en él. ¿Qué buscaba este hombre?, ¿qué dudas encontramos en él?, ¿qué necesidad tenía? Veamos qué sucedió en el trayecto, fruto de su encuentro con Felipe.

  1. Una necesidad.
  2. Una pregunta.
  3. Un resultado.

Conclusión

La humildad, docilidad y franqueza que este hombre nos demuestra al considerarse ignorante de las Escrituras, se ve ampliamente recompensada con la predicación y sabia guía de parte de Felipe. Él reconoció su necesidad e ignorancia, y estuvo dispuesto a ser guiado en el conocimiento de las Escrituras. Su humildad lo llevó a los pies de Cristo y continuó gozoso su camino.

En el mundo abundan muchas personas como este hombre; religiosos que tratan de adorar a Dios sin conocerlo, pero que sí reconocen su necesidad de encontrarse personalmente con Cristo y adoptan una postura humilde, como la de aquel etíope. Sin duda alguna, ellos se verán recompensados con la salvación. ¿Eres tú uno de esos?

Pero esos hombres necesitan un Felipe que los guíe, un Felipe que esté dispuesto a acudir al llamado del Señor. La pregunta es ahora para cada uno de nosotros: ¿estoy dispuesto a ser el «Felipe» que nuestro Dios necesita?

Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

Hechos 8: 36-37

Predicador

Hermano Julio Salvador Álamo

Fecha

5 de enero de 2025

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