Estimados hermanos en Cristo:
Aun cuando muchos cristianos perciben la persecución religiosa como lejana y ajena a ellos, la verdad es que ella está presente y la sufre un gran número de hermanos de diversas maneras en nuestro propio país.
Se experimenta en el colegio, en el trabajo, en la familia, en los grupos sociales, en las postulaciones a puestos y trabajos, en el diario vivir de los hermanos de la novena región, etcétera.
En realidad, basta un breve análisis sobre este asunto, para descubrir cómo muchos cristianos, consecuentes y celosos del Señor, padecen de apremios y angustias en nuestro país debido a su fe. Oremos por ellos y, en especial, por todos nuestros niños y jóvenes.
Cuando te encuentres en una situación de hostigamiento debido a tu fe, recuerda las palabras de Hebreos 13:
porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de tal manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré Lo que me pueda hacer el hombre.
Hebreos 13: 5b-6
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
El pastor Alberto no necesita presentación, pues se trata de un varón de Dios y buen amigo con el cual hemos compartido muchos buenos momentos. A pesar de lo dicho, me permitiré decir un par de palabras sobre él para el conocimiento de los nuevos miembros, así como para nuestras visitas.
Alberto Dib, de nacionalidad argentina, es un ministro del Señor con un amplio currículum. En esta oportunidad solo destacaré que fue miembro fundador, en el año 1976, del campamento «Palabra de Vida» en Chile, siendo su director hasta el año 2003; ha realizado seminarios de capacitación en liderazgo y es un fructífero evangelista, pues no solo Chile se ha visto bendecido con su ministerio, sino que también ha realizado campañas evangelísticas en países como: Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Cuba, España, Venezuela, Ecuador y Perú, entre otros.
Pedimos que el Señor le siga bendiciendo en su vida y ministerio, y que hoy se manifieste ricamente durante el mensaje que entregará en nuestra congregación.
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Lectura Bíblica
Salmos 78: 6-8 y Salmos 12: 1.
Introducción
Leímos esos pasajes y quisiera complementarlos con dos más:
Mis ojos pondré en los fieles de la tierra, para que estén conmigo;
Salmos 101: 6
El que ande en el camino de la perfección, este me servirá.
Años después, el apóstol Pablo escribió en la primera carta a Timoteo:
Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio,
1ª Timoteo 1: 12
Alguien dijo que Dios más que impresionarse con nuestros éxitos se impresiona con los hijos e hijas que son fieles a él. Podríamos decir que nuestra generación no se caracteriza por ser una generación superfiel.
Pero, ¿cómo podríamos definir «fidelidad»? Yo lo defino como la trayectoria desde que uno conoce a Cristo como salvador en firmeza, lealtad y estabilidad en todos los aspectos de la fe. Es una trayectoria que puede ser plana, que puede ser constante que va creciendo o que puede ser algo que partió y, como el cometa Halley, nunca más la vimos.
Qué importante que es la fidelidad. Bernabé fue a la iglesia de Antioquía y lo que les propuso es lo que yo quiero proponer hoy a través de mi mensaje. Dice que Bernabé les exhortó que con propósito de corazón permaneciesen fieles (Hechos 11: 23). Con propósito de corazón permanezcamos fieles.
Cuatro cosas que a lo largo de mi vida he notado en hombres y mujeres que son fieles a Dios:
- Aman a Dios.
- Aman la palabra de Dios.
- Aman a sus hermanos en Cristo.
- Aman a las almas sin Cristo.
Conclusión
¿Qué pasaría en tu vida si sucediera una tragedia terrible?, ¿si perdieras un hijo?, ¿si se deshiciera tu hogar? ¿Qué pasaría si los sueños de toda tu vida se derrumbaran y desplomaran? ¿Seguirías fiel al Señor? La Biblia dice que en el último tiempo muchos apostatarán de su fe. Abandonarán su fe y desertarán.
Es fácil ser fiel cuando todo funciona bien, pero cuando llega la hora de la prueba Dios también probará tu fe.
Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente; ama la palabra de Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente; ama a tus hermanos con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente; y ama a las almas que no conocen a Cristo con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.