Cita Bíblica: 1ªCorintios 15:20-26
Introducción.
Hoy quiero invitarles a considerar las reacciones que experimentaron diversos grupos de personas al enfrentarse, o saber, de la resurrección del Señor.
Se esperaría que una noticia tan impresionante, y de tanta trascendencia, fuera capaz de convencer, y más aun, convertir, aun al corazón más duro. Por otra parte, sería de esperar que tal acontecimiento confirmara, de inmediato, la fe de sus más íntimos seguidores. Sin embargo, las reacciones no son, necesariamente, las que esperaríamos. Ante la sublime noticia de la resurrección del Señor Jesús, algunos manifestaron:
I. ESPANTO Y TEMOR
Reacción de los Apóstoles y otros discípulos. Lucas 24:33, 37
II. INCREDULIDAD
Reacción de Tomás. Juan 20:24, 25
III. MALESTAR
Reacción de los principales sacerdotes y ancianos. Mateo 28:11-15
IV. TEMOR, GOZO Y ADORACIÓN
Reacción de María Magdalena y la otra María. Mateo 28:8, 9
Conclusión.
Hemos visto que la primera impresión respecto a la resurrección de Cristo, fue: para los apóstoles, de temor y espanto; para Tomás, de incredulidad; para los sacerdotes, de malestar; para las mujeres, de temor, gozo y adoración.
Consideremos ahora lo siguiente: Al comprender lo que significa Cristo, su misión, su mensaje y su resurrección, nadie puede quedar indiferente. Algunos se alejarán presurosos evitando pensar más; otros se enojarán, otros, como si fueran niños, negarán, porfiadamente, las evidencias; otros se rendirán ante él, recibiéndole en sus corazones. Podemos considerar muchas reacciones, pero en el fondo, todas se traducen en solo dos acciones: rechazo o recepción. Están los que, reiteradamente, le rechazan y están los que le reciben como el Salvador eterno de sus vidas.
¿Cuál ha sido tu reacción, tu respuesta, frente al Cristo resucitado? ¿Temor, espanto, incredulidad, indiferencia, incomodidad, molestia, o bien: gozo, temor y adoración? Mientras piensas tu respuesta, el Señor continúa invitando:
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” — Isaías 1:18