Cita Bíblica: 2ª Timoteo 2:1-7
Introducción: Esta carta es la más personal que haya escrito el apóstol Pablo. En las otras epístolas, vemos a un teólogo, a un consejero, a un predicador, incluso, a un defensor de la fe, pero en esta carta, vemos al Pablo hombre. En ninguna otra carta vemos tan claramente el corazón del Apóstol.
Ésta debe ser una de las últimas cartas que envió antes de su muerte. Es su último escrito, son sus últimas palabras, y es, por lo tanto, muy importante conocerla.
Trata a Timoteo en una forma muy paternal, constantemente se acuerda y ora por él, desea verlo, se acuerda de sus lágrimas, lo trata como “amado hijo”, incluso como verdadero hijo, al cual añora ver.
Esta carta es también conocida como una de las cartas pastorales. Cada hombre que se dedica a pastorear las ovejas del Señor las debe conocer a cabalidad, porque hay muchas enseñanzas y consejos. Sin embargo, mientras más las estudias, es difícil no darse cuenta de que no es solo para esos hombres, sino que, todas ellas están para cada uno de los creyentes. Si solo fueran para los pastores, no estarían aquí. Si esta epístola solo fuera personal para Timoteo tampoco estaría aquí. Estas instrucciones son para cada miembro de la iglesia de Dios.
En esta porción Pablo habla de tres figuras, para mostrar cómo debe ser el siervo de Dios. Los invito a que veamos que nos enseña Pablo por medio de estos ejemplos:
I) LAS PENALIDADES DEL SOLDADO (vs.3, 4)
Es muy interesante el lenguaje que ocupa Pablo aquí, porque está haciendo alusión a un soldado que está en movimiento, que está, literalmente, en batalla, y no en un combate simple, se encuentra en lo más duro de una batalla.
II) LA LEGITIMIDAD DEL ATLETA (v.5)
El Apóstol está comparando al siervo cristiano con un atleta. Se nos aclara que no basta solo con correr o competir, sino que, se debe competir en forma legítima. El atleta debe luchar por el premio, pero también debe ser riguroso en cumplir las reglas.
III) EL TRABAJO DEL LABRADOR (v.6)
Aquí el énfasis está en la palabra trabajar. Lo cual implica: esfuerzo y constancia. Para un labrador los días no tienen diferencia.
Conclusión: Tres figuras que aclaran lo que debe ser un siervo de Cristo: un soldado, un atleta y un labrador. Las tres figuras nos hablan de constancia, obediencia, perseverancia, trabajo duro. Así también, las tres nos hablan de triunfo.
Pablo nos menciona a un soldado que se dedica a lo que fue llamado, dejando los enredos diarios, con tal de agradar al que lo recluto. Un soldado que no esquiva las batallas y que es capaz de soportar penalidades. Luego, nos habla de un atleta que es capaz de prepararse bien, además de respetar cada norma que hay en la competencia. Un atleta que es capaz de obtenerse de muchas cosas con el fin de correr ligeramente. El no corre por correr, lo hace para llegar triunfante a la meta, mirando a Cristo. Finalmente, Pablo nos habla de un labrador que trabaja duro, sin pausas, que está constantemente cuidando su huerto, con mucha paciencia, para participar de todos los frutos, o bendiciones, que el mismo Señor tiene preparados para él.
¿Qué tipo de soldado quiero ser? El que descansa en su cuartel o el que está constantemente en batalla.
¿Estoy dispuesto, como el atleta, a prepararme y correr según las normas de Dios? O me expondré al riesgo de quedar tirado en medio de la carrera.
¿Quiero trabajar duro y pacientemente en el huerto de mi Señor? O quiero quedarme sin participar de los frutos que produce ese maravilloso trabajo.
Creo que no hay creyente, que realmente entienda quien es su Salvador, que no quiera dar la mejor de las batallas por Él. No hay ningún atleta cristiano que no quiera correr, como Dios quiere que corramos para llegar a la meta, y, por supuesto, no hay ningún labrador del Señor que no quiera participar de los frutos que el trabajo para Él produce.
Que el Señor nos de entendimiento en todo, como dice Pablo en el versículo 7 de nuestra lectura.
Termino con las maravillosas palabras del autor, que deben ser un ejemplo y motivación para nosotros. 2ª Timoteo 4:7-8