El viejo cuento de la globalización (parte 1)

Cita Bíblica: Génesis 11:1-9

Introducción: Estamos conmemorando una fecha que marca un hito en la historia de la formación de nuestra nación. Esto es muy importante, pues, como decía un famoso historiador, el conocimiento de nuestra historia nos ayuda a mirar hacia donde marchamos, un pueblo sin historia no tiene dirección.

En realidad, las naciones son muy importantes en los planes de Dios. Una nación no es una entidad producto del azar o del capricho humano. Dios habla a las naciones, y cada una debe responder como tal, ante el Señor. Lo vemos en el juicio de las naciones (Mateo 25:31-46); lo vemos en las múltiples profecías sobre ellas, y lo vemos en la creación y destrucción de muchas de ellas.

Dios decidió que era indispensable distribuir al linaje humano por toda la tierra. Al oponerse el hombre a este mandato, Dios lo hizo forzadamente, luego de la construcción de la Torre de Babel. Al principio fueron solo grupos asociados por una lengua común. Luego, se tornaron en lo que conocemos como naciones.

A la luz de las consideraciones anteriores, resulta inquietante notar que, desde hace algunos años, y en forma paulatina, se ha ido incorporando a nuestro vocabulario diario, el término: globalización. Aun cuando no son sinónimos, el concepto se asocia a las ideas de “aldea global” y a la de “internacionalismo.”

A la globalización se la presenta como sinónimo de prosperidad, de triunfo, de oportunidades, de madurez mundial, y como un principio de paz y libertad, pero ¿será esto así? Consideremos:

I. GLOBALIZACIÓN
II. GLOBALIZACION EN EL PASADO
III. GLOBALIZACION EN EL FUTURO

Conclusión: Nuestra nación, lo mismo que todas las naciones del mundo, es escrutada hoy, por los ojos de Dios y, aun cuando muchos no lo crean, puede recibir disciplina de parte del Supremo Legislador. Por lo demás, un día, sin lugar a dudas, comparecerá ante el tribunal de las naciones que Dios erigirá antes del Milenio. No importa que un estado se declare ateo o agnóstico, igualmente deberá responder por su fidelidad a los principios eternos y al trato y libertad que haya dado a los hijos del Señor.

Por lo anteriormente considerado, toda nación debe cuidarse de lo que esconde la globalización, ya que ésta, como una fuerte corriente fluvial que tiende a arrástralo todo a su paso, aleja a los pueblos de su razón de ser y del temor de Dios. Con tristeza vemos que nuestra nación va sucumbiendo a esa potente fuerza mundial; no obstante, los cristianos debemos estar alertas y no dejarnos arrastrar junto a los escombros que trae ese fluido, y orar por nuestra nación con amor, considerándola como algo muy especial en el concierto de las naciones.

Predicador

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski

Fecha

20 de septiembre de 2015

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