Amados hermanos en la fe:
Les saludo en la certeza de que los ojos del Señor siempre han estado y siguen estando posados sobre cada uno de nosotros y que, suceda lo que suceda, su amor no ha variado, ni variará, para con sus hijos. Hermanos amados, mantengámonos aferrados al Señor y a sus promesas y no olvidemos que lo primordial siempre será el enriquecer nuestra comunión con él, dándole gloria en todo.
Que los problemas de hoy no nos cieguen ni nos hagan desviar la mirada. El Señor y su gloria siempre deberán estar por sobre toda circunstancia, problema o alegría.
Y recordemos que:
fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal.
2ª Tesalonicenses 3: 3b
Pasaje bíblico
Lucas 5: 1-5.
Introducción
Los acontecimientos leídos nos relatan uno de los grandes milagros de Jesús, conocido comúnmente como «la pesca milagrosa», narrada solo en el evangelio de Lucas. Los evangelios de Mateo y de Marcos solo hacen alusión a la segunda parte del relato, pero no consignan el milagro.
Este milagro es digno de mirar con atención, porque nos demuestra el absoluto dominio de nuestro Señor sobre la creación animal. Pero también es digno de atención, porque tiene algunas similitudes con el otro milagro en el que vemos una pesca milagrosa; relato que encontramos en el Evangelio de Juan 21. Hay que considerar que, en el relato leído, Cristo se encuentra en el comienzo de su ministerio, sin embargo, el milagro relatado por Juan, el Señor lo realizó después de su resurrección.
En ambos milagros el apóstol Pedro tiene un lugar principal en la narración y, sin lugar a duda, hay grandes lecciones espirituales que podemos encontrar escarbando solo un poquito de la superficie de los acontecimientos aquí narrados.
Veamos algunas de esas grandes lecciones espirituales que encontramos en esta porción de Las Escrituras.
- La orden (Lucas 5: 1-5a).
- Su respuesta (Lucas 5: 5b).
- La recompensa (Lucas 5: 6-11).
Conclusión
El ejemplo que nos deja Pedro y sus compañeros es algo digno de imitar, a pesar del gran cansancio físico, de una noche de trabajo en vano, se dieron el tiempo de escuchar a Cristo. Pero el mayor ejemplo a imitar es que no solo escucharon, sino que estuvieron dispuestos a obedecer a Cristo y así lo hicieron; sus órdenes fueron cumplidas.
Pedro nos muestra esa fe necesaria para obedecer las órdenes del Salvador, remar a aguas profundas y echar la red, porque Él lo ordena, porque confía en Su Palabra.
Quizás es más fácil, a los ojos del mundo, quedarse a la orilla; pero ellos prefirieron vencer el cansancio y el desánimo, y estar con Cristo, pues las dificultades encontradas en el servicio no son comparables con las bendiciones halladas en Él.
El trabajo para Cristo es un privilegio y, aunque no lo esperamos, el Señor retribuye con grandes bendiciones; en este caso para estos pescadores fue llenar sus barcas con gran cantidad de peces, pero lo más importante fue que llenaron sus corazones con la presencia de Cristo.
Respondiendo Simón, le dijo:
Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red.
Lucas 5: 5