Muy apreciados hermanos en Cristo Jesús:
Aunque es un tema ya muchas veces tratado, les quiero rogar una vez más que no descuiden su vida devocional, ya que, por medio de ella, mantenemos una relación activa, constante y rica con nuestro Señor.
Seguramente las dificultades para encontrar el momento de explorar las Escrituras y orar no disminuirán con el tiempo, debido al aumento constante de los distractores, a la creciente oposición de las huestes de maldad y al extremo enfriamiento espiritual que nos circunda. No obstante lo anterior, nada debe impedir que nuestras rodillas se doblen para agradecer y glorificar a nuestro Salvador y Señor, así como para buscar: fortaleza, alivio, paz, victoria y poder, para cumplir con nuestros deberes.
Recordemos que Cristo abrió, con su sacrificio, el camino para que nuestras oraciones pudieran ser oídas y contestadas y que él se goza en oír una oración nacida de un corazón que le ama:
Mas la oración de los rectos es su gozo
Proverbios 15: 8
Que nuestro Señor les bendiga, proteja y dé mucha sabiduría en el caminar diario.
Pasaje bíblico
Juan 9: 1-12, 35-38.
Introducción
En este capítulo del Evangelio de Juan vemos, una vez más, enfrentadas la miseria humana con el corazón del Señor. En este episodio se nos enseña sobre las necesidades parciales y las necesidades eternas; la visión física y la visión espiritual, una buena para vivir en la tierra y la otra imprescindible para vivir la eternidad junto a Dios.
Entre la multitud de milagros que el Señor Jesús realizó durante su ministerio en la tierra, el que nos ocupa hoy abarca un capítulo completo del Evangelio, lo cual nos dice a voces que debemos considerarlo en forma reposada y con visión aguda, pues tiene mucho que decir. Lo primero que notamos es:
- Una necesidad (Juan 9: 1-5).
- Restauración de la visión física (Juan 9: 6-12).
- Barro en los ojos (Juan 9: 6).
- El estanque de Siloé (Juan 9: 7).
- Restauración de la visión espiritual (Juan 9: 35-38).
- Reacción carnal (Juan 9: 39-41).
Conclusión
Sea cual sea la calidad de nuestra vista física, es de vital importancia hacernos, en algún momento de la vida, la siguiente pregunta: ¿qué tipo de vista espiritual tengo yo? ¿la vista natural o la nueva vista, la cual solo puede otorgar Dios por su gracia?
La nueva visión, la vista espiritual que Dios ofrece, es imprescindible para ver las cosas que conciernen a la eternidad, la salvación, la santidad, la voluntad de Dios y nuestra razón de ser.
También es importante considerar que se puede tener la nueva vista, aquella que solo Dios puede dar, pero que puede estar descuidada debido a una administración deficiente. Cuidémosla, para que sea aclarada y agudizada cada día más.
Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.
Juan 9: 39