Introducción: La Iglesia es un organismo vivo, que tiene un ministerio para desarrollar en la presente dispensación, otro para desarrollar en la dispensación venidera, y otro para desarrollar en el estado eterno, más allá de las dispensaciones.
En el punto en que ahora se encuentra, se le han asignado dos tipos de tareas; unas guardan relación con el medio en el cual está, y otras guardan relación con su trabajo interno. Uno es el trabajo con un mundo que requiere conversión, y otro es el trabajo con el conjunto de personas que ya se han convertido a Cristo.
El equilibrio entre las dos dimensiones señaladas, no siempre es fácil de mantener, pero de él depende la salud de cada iglesia local.
I- DIMENSIÓN EXTERIOR: Pregonar
A. Una advertencia
B. Un ofrecimiento
II- DIMENSIÓN INTERIOR: Crecer
A. Discipular
B. Velar
Conclusión: Debemos estar siempre vigilantes de que las dos dimensiones se mantengan activas y saludables, conforme a ciencia, y mantenidas por el amor a nuestro Señor y al prójimo.
Cualquiera de las dimensiones que se descuide, implicará serios daños, e incluso puede causar la devastación de una iglesia local poco diligente.
Notamos que en la primera carta del apóstol Pablo a la iglesia de Corinto se aprecia una reprensión por el descuido de la dimensión externa. Luego, a la iglesia de Galacia se le llama la atención por su grave descuido en la administración interna. Cualquiera que sea el caso, el resultado final es la pérdida total. Un avión requiere de sus dos alas para volar. Con una menos, cualquiera que sea, terminará por irse en picada.
Tres tareas ineludibles, tres tareas para ser desarrolladas por toda la iglesia local: Pregonar, Edificar y Velar.