Cita Bíblica: Apocalipsis 2:1-5
Introducción: Pablo llegó por primera vez a Éfeso, cuna de paganismo e idolatría, aproximadamente el año 52. En su tercer viaje misionero, volvió a Éfeso, donde estuvo dos años, 54-55. Pablo supo cómo convertir la oposición en oportunidad, y el cristianismo se extendió por toda esa región de Asia Menor. Estando preso en Roma, el Apóstol escribe a los Efesios (año 61 aprox.) reforzando la doctrina del Evangelio, dando gracias a Dios por ellos, habiendo oído de su fe en Jesucristo y de su amor para con todos los santos. Considerando que el libro de Apocalipsis se escribió entre los años 90 y 95, la Iglesia de Éfeso tenía ya 40 años cuando Juan recibió las revelaciones acerca de las 7 Iglesias.
Jesucristo comienza alabando a la Iglesia de Efeso, por su perseverancia y rechazo de los hombres malos que la amenazaban. Pero habían dejado su primer amor.
I. ¿QUÉ LE OCURRIÓ A LA IGLESIA DE ÉFESO?
La iglesia de Éfeso había salido victoriosa de las primeras persecuciones, de los ataques del mundo y de los falsos maestros. Se mantuvieron fieles a Cristo y a su doctrina. Su fe es la que se había enfriado, estaba paralizada, por cuanto no evidenciaban las buenas obras del comienzo.
II. ALGUNAS PALABRAS SOBRE LA FE
¿Qué es la fe? Según Hebreos 11:1 es certeza y convicción. Pero nuestra fe cristiana no es una fe ciega. Nuestra fe tiene la racionalidad de la Palabra de Dios, que el mundo incrédulo no reconoce.
-Nuestra fe implica conocimiento.
-Nuestra fe implica creer.
-La fe implica confianza.
-Por la fe nos sometemos a la voluntad de Cristo.
III. LOS CONFLICTOS
La fe de los creyentes puede aumentar o decaer. Nuestra mayor o menor fe depende de nosotros, de nuestra fidelidad a Cristo y a su palabra.
IV. PROVISIÓN BÍBLICA PARA LOS CONFLICTOS
Es recomendable no olvidar nunca las siguientes citas: Hebreos 12: 1-2, Romanos 8:1 y 4, Efesios 6:11-18.
Conclusión: Hermanos, muchos son los motivos por los cuales nuestra fe puede decaer. Sabemos muy bien cuáles son nuestros enemigos que tratan de sacarnos de nuestro camino de fe.
Pero sabemos también que hay un solo culpable de que eso llegue a ocurrir: nosotros mismos.
¿Y cuál sería nuestra falta? Dejarse seducir por los placeres de la carne, entrometerse en las cosas del mundo, participando de las obras de las tinieblas, así como ser descuidado o atolondrado ante los embates del príncipe del mundo.
¿Y cómo pude haberlo evitado? Entregándote por completo al Espíritu de Dios que mora en ti, renunciando totalmente a ti mismo. Orando a tu Dios por guía y ayuda. Haberte mantenido firmemente asido a la Palabra Santa de Dios. Haber seguido la voluntad de Dios para tu vida, para buenas obras que le glorifiquen.
¿Y qué puedo hacer ahora? Pues, considerar lo que el Señor Jesucristo dice a la iglesia de Éfeso: “Recuerda…arrepiéntete, y haz las primeras obras;” aquellas que hacías cuando tenías el primer amor. Clama al Señor que te ayude y vuelve a consagrarte a Él. Sigue la voluntad divina y vuelve a hacer tus primeras buenas obras, para gloria de tu Señor.