“¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?” Gálatas 3:1
Bajé por las escaleras de la estación del “metro”, y mientras lo hacía, el tren cerró sus puertas y partió antes de que pudiera subirme en él; perdí de tomarlo por cosa de segundos. Entonces recordé que había usado esos segundos leyendo el titular de un diario en un negocio que estaba en el camino. En realidad no perdí mucho porque el próximo tren rápidamente estaba en el andén con sus puertas abiertas frente a mí.
Esta experiencia simple y sin consecuencias, me hizo pensar en otra historia que si tiene muchas consecuencias. Es la historia de millares de personas que conocen de Cristo como salvador, pero que llegan al momento de su partida de este mundo y se dan cuenta, al cruzar el umbral, que algo las detuvo para tomar la decisión más importante de su vida: recibir a Jesucristo como salvador. Llegaron tarde, el medio enviado para salvarlas ya no estaba. La gran diferencia con el “metro” es que ya no habrá otro vehículo que esperar, no habrá más oportunidad. ¿Qué fue lo que las detuvo? ¿Quién las fascinó para no obedecer a la verdad que ya conocían? ¿Qué titular atrayente de este mundo fue capaz de quitarles los instantes que requerían para encontrarse con el Salvador?
Amigo, te ruego, encarecidamente, que no te arriesgues más, no se trata de prudencia, es simplemente locura seguir jugando con tu vida eterna. S.O.M.