Muy apreciados hermanos y compañeros de oración:
Pido al Señor que su gozo y su paz sean una gran realidad en vuestras vidas, más allá de las congojas propias de los tiempos en que vivimos.
La reflexión de hoy trata sobre un varón de Dios que tuvo la enorme misión de cruzar el Jordán con un gran pueblo con el fin de conquistar la Tierra Prometida, en obediencia y usando el poderoso brazo del Señor. Es un episodio impregnado de enseñanzas prácticas para ser aplicadas por los temerosos de Dios en todas las épocas y circunstancias de la vida.
Dios bendiga al mensajero, nuestro hermano Julio Salvador, y al mensaje que nos expondrá. Pido también que el Señor abra nuestro entendimiento y se manifieste en nuestra voluntad para que pongamos por obra Sus enseñanzas, en el día a día.
Sergio Oschilewski M.
Pastor I. Bíblica Las Condes
A las 11:00 horas, le invito a incorporarse al Culto Dominical, conectándose a nuestra transmisión directa desde el local de la Iglesia Bíblica Las Condes.
Pasaje bíblico
Josué 1:1-9.
Introducción
En la lectura de hoy, nos encontramos con un pueblo, entero y muy numeroso, en una de las riberas del río Jordán a las puertas de la tierra prometida por Dios; pero también, con un gran hombre, el encargado de hacerlos entrar a esa tierra. Se trata de aquel gran varón de Dios llamado Josué.
De Josué hijo de Nun, se puede decir mucho, pues acompañó a Moisés y fue su fiel servidor durante 40 años; pero lo que más resalta de él se ve en el versículo 1 de nuestra lectura; ahí se le nombra como «servidor de Moisés». Este término: «servidor», es el que reconocemos como un gran atributo de su persona. El término significa o, más bien, se traduce, como un obrero que está bajo dirección de otro; alguien que había sido entrenado a la sombra de otro, en este caso, de Moisés. Josué estuvo bajo su sujeción y mando y nunca le falló, además, mantuvo una estrecha comunión con él, lo que nos habla de que estaban en un mismo espíritu.
Lo anterior implica que Josué tenía intimidad con Dios, no solo había aprendido a obedecer a Moisés, sino que lo principal es que había aprendido a obedecer a Dios, y eso nos indica algo muy importante; pues, solo alguien que ha aprendido a obedecer, es el mejor entrenado para mandar.
Josué fue el escogido de Dios para la nueva tarea, una tarea muy grande. Veamos ahora cómo hizo este hombre para llevar a cabo esa tarea colosal.
- Un mandato (Josué 1:1,2).
- Una promesa (Josué 1:3-5).
- Una condición (Josué 1:6-9).
Conclusión
El Señor exhortó tres veces a Josué para que fuera valiente y se esforzara, porque sabía que en la vida de este hombre habría momentos en los que se sentiría débil, incapaz o incluso asustado, para llevar esta gran tarea adelante; como a veces también nos sentimos los creyentes.
No era una tarea fácil la que enfrentaría Josué, pues, además de lidiar con el pueblo bajo su mando, tendría que hacerlo con cada uno de los pueblos que vivían en esas tierras. Enfrentaba una tierra de grandes guerreros y ciudades fuertemente fortificadas. Además, el gran Moisés al que había servido con fidelidad mucho tiempo y era su guía espiritual, había sido llamado a la presencia de Dios.
Prácticamente Josué estaba solo, toda su generación había quedado en el Desierto; pero tenía algo más importante, y eso era, la presencia de Dios, un Dios que conocía perfectamente cada sentimiento y pensamiento que cruzaba por el corazón y mente de Josué, como también en el día de hoy, conoce nuestros sentimientos y pensamientos. Así como se le entregó un gran mandato, Dios también le dio a conocer grandes promesas que solo un creyente en Dios puede disfrutar. Él le aseguró la victoria, su presencia y su guía, la misión de Josué era una sola: obedecer, y así lo hizo y fue prosperado.
En muchas ocasiones miramos desde muy abajo a estos grandes testigos que encontramos en La Biblia, pero ellos tenían, el mismo Dios que hoy acompaña a cada creyente en este mundo, y es así como muchos creyentes, a lo largo la historia, pudieron animarse con las mismas promesas, tal como lo podemos hacer hoy nosotros. Dios no cambia y no dejará de cumplir sus promesas y al igual que Josué, nos queda solo una tarea simplemente: obedecer a lo que hemos escuchado.
(…) ahora, pues, levántate y pasa este Jordán (…)
Josué 1:2b