… porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.
Josué 2:11b
Introducción
Los hechos relatados en nuestra lectura, nos sitúan alrededor del año 1400 A.C. Jericó era una ciudad que estaba situada a unos 27 kilómetros de Jerusalén, en la ribera occidental del río Jordán. Era una ciudad fortificada, con poderosos muros exteriores.
Según las excavaciones del año 1952, su muro exterior tenía, aproximadamente, dos metros de espesor, luego venía un espacio vacío de unos 4,5 metros, y luego el muro más importante, de 4 metros de espesor. Los muros tenían, en ese tiempo, 9 metros de altura. La ciudad estaba densamente poblada, así que se construyeron casas sobre el espacio vacío en la parte alta de la ciudad; la casa de Rahab daba al muro de la ciudad.
Los descubrimientos del año 1952 han demostrado la literalidad del relato bíblico; los muros cayeron, pero los cimientos siguen ahí.
Aún cuando podemos hablar mucho de la antigua ciudad de Jericó, hoy no nos centraremos en ella, sino en un personaje de la ciudad. Este personaje es Rahab, una mujer de la cual podemos destacar muchas cosas, pero hay una que sobresale en especial, y esa es la fe que ella demostró. Los invito a ver cuatro de las características de esta fe:
- La fe que cree
- La fe que arriesga
- La fe que salva
- La fe que es reconocida
Conclusión
Algunas veces uno observa a aquellos gigantes de la fe que nos presenta la Biblia, y en este caso, a esta mujer, y se pregunta ¿Es mi fe parecida a la de ella? ¿Qué se puede aprender de esta mujer?
No voy a contestar la primera pregunta, pero me atreveré a contestar la segunda. Cuando uno ve esta fe, se da cuenta de que no es una fe estática, es una fe en movimiento. No es un mero creer intelectual, es una fe que es capaz de arriesgarse por Dios. Es una fe que no puede quedar sin ser transmitida, es una fe que es probada, una fe que obra, una fe que lleva a la salvación, pero no solo a ti, sino a los que te rodean. La fe es un depender total de Dios, la fe es obediencia, la fe es fidelidad, la fe es certeza en las promesas de Dios. Todo lo que dije anteriormente, es lo que debemos aprender de la fe de esta gran mujer.
Para explicar lo que es la fe, no hay mejor explicación que la que nos entrega el autor de Hebreos en todo el capítulo 11. Es magistral como usa a los personajes ahí aludidos, para ir aclarando el concepto, terminando en el creyente actual.
Esta mujer no es solo un ejemplo para admirar, sino también para imitar.
Yo les pregunto a las mamás hoy presentes aquí: ¿Es mi fe digna de imitar? En realidad, no puedo preguntarles solo a las mamás, Les pregunto, y me pregunto, nos incluyo a todos: ¿Es nuestra fe digna de imitar?