Pasaje bíblico: Romanos 1:18-23
Introducción.
De la lectura de Romanos 1:18-23, deducimos que no existe ni un solo ser humano que no conozca a Dios, pues Dios mismo se ha manifestado por medio de la Creación, dándose a conocer a todos los hombres. Luego, Dios se ha mostrado con muchísimo mayor detalle en la magnífica revelación escrita conocida como: La Biblia. Por sus páginas sabemos que Dios «quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.» (1ª Tim.2:4).
Para que lo anterior ocurra, es necesario que la imagen de Dios sea la que él nos ha entregado. Lamentablemente, infinidad de seres humanos complican las cosas para sí mismos, cayendo en doble condenación, por manipular y deformar la información que Dios, por su maravillosa gracia, nos ha dado.
Pero esta situación no se da solo con los incrédulos, también es observable entre algunos creyentes, los que intentando dulcificar su estadía en el mundo, ceden a la tentación de modificar «un poco» al Señor.
Les invito a profundizar en este tema, partiendo desde la perspectiva más alta, la perspectiva de Dios.
I. DIOS Y SUS NORMAS
II. EL HOMBRE Y SUS NORMAS
III. EL HOMBRE CREA NUEVOS DIOSES QUE LE SATISFAGAN
A) Los dioses que fabrican los paganos
B) Los dioses que fabrican los creyentes
IV- DOS POSIBLES RESULTADOS
A) El resultado de distorsionar la imagen de Dios
B) El resultado de tomar, sin distorsión la imagen de Dios
Conclusión.
El esquema seguido por el corazón del hombre que no se somete a Dios, es el siguiente:
1. Dios exige: Arrepentimiento, Perdón, Nuevo Nacimiento, Sometimiento, Santidad…
2) El hombre no acepta las exigencias.
3) Dios no transa.
4) El hombre cambia a Dios en su mente, recreándolo para sí.
Es evidente la irracionalidad de ese hombre, pues Dios no cambia ni el hombre puede hacerle cambiar. Lo que realmente ocurre es que la persona comienza a crear a un Dios distinto, parecido a sí mismo. Evidentemente es una total locura, se ve al humano creando a un dios a su semejanza en lugar de que él vaya siendo transformado a la semejanza de Dios. A ese individuo Dios lo llama «necio», «injusto», «impío» «tenebroso» y «vano».
Es cierto que lo primero que descubrimos al encontrarnos con Dios y su revelación en la Biblia, es que estamos muy mal, al punto de requerir un nuevo nacimiento (Juan 3:3) pues nada hay rescatable en el hombre caído. El paso siguiente es aceptar, sin condiciones, esa imagen de nosotros mismos; arrepentirnos de nuestras transgresiones y pedirle que haga de nosotros nuevas criaturas. El último paso es dejar que nos continúe moldeando, día a día, por el resto de nuestras vidas «hasta que Cristo sea formado» en nosotros (Gál. 4:19), …jamás a la inversa.