Cita Bíblica: Juan 17:11-26
Introducción.
En las Escrituras encontramos a un buen número de padres, que por diversos motivos, interceden por sus hijos: por sanidad física, por liberación de demonios, por limpieza espiritual, incluso, por poder e influencia.
Una de las facultades que hemos recibido con el “nuevo nacimiento”, es la de llegar ante el Trono Celestial para interceder por nuestros semejantes, incluyendo a nuestras familias y con ellas, a nuestros hijos. Es común que esta gracia, apenas la apreciemos y usemos como Dios lo espera de nosotros.
Al escudriñar las páginas de la Biblia encontramos a padres intercediendo:
- POR SANIDAD
- POR LIBERACIÓN DE DEMONIOS
- POR PODER E INFLUENCIA
- POR LIMPIEZA ESPIRITUAL
- LA INTERCESIÓN PERFECTA
Conclusión.
¿Cómo estamos ejerciendo la función sacerdotal en nuestras casas? ¿Somos, efectivamente, el sacerdote, que intercede por su familia, limpia su casa, la ilumina y la administra conforme al modelo de Dios?
Cuando estás de rodillas frente al Trono Celestial y procedes a interceder por tus hijos ¿cuál es tu clamor? ¿Qué pides para ellos? ¿Pides: por éxito en sus exámenes, por salud, por protección cuando están en problemas? todas estas peticiones están bien, pero ¿Pides también por su salvación, por mayor celo santo, por sabiduría divina para administrar sus vidas; por un cónyuge cristiano e idóneo para el(ella); por mayor amor hacia Dios y su Palabra?
Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Mateo 18:19,20