
Una sola orden
Amados hermanos:
Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Jeremías 33: 3
Una mañana, el padre de familia no apareció a compartir el desayuno familiar. Preocupados por esta situación anómala, el hijo mayor dijo: «papá debe estar enfermo, no hay otra explicación». La hija de 15 años, dijo: «seguramente no se ha levantado porque lleva tres días trabajando hasta la madrugada y el cuerpo le está pasando la cuenta». El hijo menor opinó: «yo pienso que papá no quiso participar del desayuno con nosotros porque ayer recibió el informe del colegio con mis notas y debe estar muy molesto por mi bajo rendimiento». Finalmente, la mamá dijo: «en lo que a mí respecta, voy a ir a preguntarle que le ocurre» Dicho y hecho, fue y al poco volvió tranquila con la única respuesta que tenía valor. De los cuatro ahí presentes solo uno tenía la verdad, el que fue a preguntar a la fuente misma.
Yo les invito a hacer lo mismo, dejar de escuchar a la opinión pública, dejar la tradición de lado, dejar de leer y escuchar a los «opinólogos» y acudir a la única fuente que nos puede dar una respuesta verdadera: la Biblia. El Señor quiere respondernos y enseñarnos muchas cosas, pero debemos dirigirnos a él con sencillez y humildad.
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Pasando de allí, vino a la sinagoga de ellos. Y he aquí había allí uno que tenía seca una mano; y preguntaron a Jesús, para poder acusarle: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Él les dijo: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si esta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pues ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Por consiguiente, es lícito hacer el bien en los días de reposo. Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra. Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle.
Mateo 12: 9-14
Introducción
Nuevamente nos encontramos en las Escrituras con dos posturas muy opuestas que se enfrentan. Por un lado, los expertos en la ley de Dios, según su propia opinión, los fariseos; si tomamos las lecturas paralelas, podremos ver que también estaban los saduceos y los herodianos. Por el otro lado, se encontraba el dador de la ley o Señor del sábado, como el mismo Cristo se denominó en alguna oportunidad, dando suficientes pruebas de ello.
La controversia era el día de reposo (el sábado), cómo debía interpretarse o qué estaba permitido hacer, pero el fin era mucho más que eso, ellos buscaban destruir a Cristo. La verdad es que ellos no buscaban enseñanzas o respuestas para poder entender cómo debía interpretarse ese día (el sábado), su fin era hacer tropezar a Jesús con tal de acusarle. Me pregunto: ¿qué buscan hoy muchas personas de Cristo? ¿Lo buscan con sinceridad o por otros motivos? ¿Buscan, en realidad, respuestas a sus problemas? El evangelio de Lucas nos dice que el Señor enseñaba en la sinagoga. Uno se pregunta: ¿querían aprender o buscaban algo más? Sin duda alguna aquellos fariseos, saduceos y herodianos, no buscaban aprender; es una buena pregunta también para nosotros: ¿qué busco al venir a la iglesia?
Veamos cómo se dieron los acontecimientos narrados en nuestra lectura, y qué nos puede enseñar cada uno de esos personajes.
- Un día especial.
- La actitud de ellos.
- Su conocimiento.
- El milagro.
- La reacción.
Conclusión
Cristo es superior a un día de reposo: es el Señor del día de reposo; él tiene autoridad por sobre todo; conoce la necesidad de cada uno, como conoce todo lo concerniente al hombre; sabe de sus dolores y del fondo de cada corazón.
Él puede sanar tan solo con una orden según sea su voluntad, como lo hizo con el hombre de nuestra lectura que estuvo dispuesto a obedecer a las palabras de Cristo, no así los otros, cuyos corazones fueron endurecidos dejando de recibir las múltiples bendiciones que él ofrece.
Ahora, sería importante para cada uno de los que estamos hoy aquí responder en nuestro corazón las siguientes preguntas: ¿qué haremos con esas órdenes? ¿las seguiremos como el hombre de la mano seca o las rechazaremos como los que quisieron cuestionar su autoridad?, más aún, ¿estamos realmente dispuestos a que las enseñanzas de las Escrituras prevalezcan por sobre las enseñanzas aprendidas de hombres, aunque estos sean considerados líderes espirituales por sus semejantes?
Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.
Mateo 12: 13