

Yo estoy contigo
Amados hermanos:
En la epístola a los Colosenses leemos del Señor Jesucristo: «para que en todo tenga la preeminencia» (Colosenses 1: 18b). Reconocemos en nuestro Señor Jesucristo su preeminencia en todo. Recordemos que: «Todas las cosas por él fueron hechas»; en él todo subsiste; es el «primogénito de entre los muertos»; es «el Alfa y la Omega»; es la «cabeza de la Iglesia» y debe reinar en la vida de cada uno de sus redimidos.
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Salmos 145: 17-20.
Introducción
Poder apropiarse de una verdad como: «El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.» (Hebreos 13: 6), es un privilegio que solo un auténtico hijo de Dios puede experimentar. Es una verdad que libera de la ansiedad y angustia que provoca la opresión espiritual y física que experimentan muchos ciudadanos del siglo XXI.
Pocas veces en la historia el hombre ha estado más necesitado de una mano amiga, de un oído que escuche, de un corazón que comprenda y de una voz que aconseje con sabiduría y amor. La soledad que produce la gran ciudad es devastadora para el alma y el cuerpo.
Evangelio significa «Buenas Nuevas» y esas buenas nuevas dicen: «hay salvación para el hombre, el camino al cielo está abierto; hoy puedes ser salvo y en virtud de un regalo celestial». Sin embargo, las buenas nuevas no solo dicen que hay salvación para un ser humano totalmente perdido, sino que, junto con ello, ese Dios de amor que hizo posible nuestra salvación también nos dice que de ahora en adelante «Yo estoy contigo».
- La Cercanía del Señor.
- La promesa personalizada.
- Fue dada a Isaac (Génesis 26: 23-24).
- Fue dada a Jacob (Génesis 28: 15).
- Fue dada a Abraham (Génesis 12: 2).
- Fue dada a Josué (Josué 1: 5, 1: 9).
- Fue dada a Jeremías (Jeremías 1: 19).
- Fue dada a Pablo (Hechos 18: 9-10).
- La promesa generalizada.
Conclusión
Dos cosas muy diferentes son: sentirse solo y estar realmente solo. En ocasiones el cristiano se siente solo, pero descubrimos que en realidad nunca lo está, pues el Señor nos asegura su compañía. Con camino iluminado y brisas frescas o bajo oscuridad y tormenta, el Señor es nuestra compañía constante, constituyéndose en amparo, fortaleza y consuelo.
No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.
Hebreos 13: 5b-6