Amados hermanos en la fe:

Estando aún a principios del nuevo año, y antes de continuar un instante más, les invito a seguir el ejemplo de David, quien, abriendo su corazón ante Dios, oraba así: «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.» (Salmos 139: 23-24).

Pidamos al Señor, con total apertura y sin reservas, que examine nuestras vidas para que nos muestre aquellas aristas y debilidades que han constituido un obstáculo para un mayor gozo y triunfo en él y para Su gloria. Luego de identificadas pidamos al Señor sabiduría y poder para rectificar el rumbo.

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

1ª Pedro 4: 10-11.

Introducción

El domingo pasado hablamos de regalos celestiales. Consideramos tres regalos básicos que son: el don otorgado por Dios Padre, su propio Hijo, para salvarnos; con él, consideramos el don de la salvación y el don del Espíritu Santo, quien viene a cumplir múltiples tareas en los que han recibido a Jesucristo y su redención.

También consideramos que el Espíritu Santo, además de constituir él mismo un gran don, nos entrega herramientas útiles para la construcción de la iglesia. Estas herramientas constituyen los conocidos dones del Espíritu, los cuales son otorgados a personas renacidas para ser utilizados en el levantamiento de cada iglesia local.

En grandes líneas, podemos agrupar los dones en tres familias: dones de edificación espiritual; dones de servicio administrativo y social; y dones fundacionales. Mi invitación es a reconocer estos dones, los cuales, a pesar de tener matices diferentes, tienen por único y gran objetivo el buen desarrollo de la Iglesia.

  1. Dones de edificación espiritual.
  2. Los dones de servicio administrativo y social.
  3. Dones fundacionales.

Conclusión

Concluyamos recordando las palabras del apóstol Pedro: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.» (1ª Pedro 4: 10). Se nos recuerda que los dones nos han sido dados para ocuparlos en el crecimiento de otros como parte de la multiforme gracia de Dios. La invitación es a no menospreciar el o los dones que te ha otorgado y, en lugar de dejarlos dormidos, los despiertes y los «ministres» conforme a la orden divina para la obtención de buenos y abundantes frutos.