Amados hermanos en Cristo Jesús:

Junto con la Reforma Protestante comenzaron a oírse cánticos sagrados en las iglesias, en las casas y en los campos, entonados por los temerosos de Dios. Damos gracias al Señor por otorgar este medio de alabanza a la Iglesia. Disfrutemos de esta bendición y consideremos a todos aquellos países donde existe persecución religiosa; en algunos lugares el cántico se encuentra restringido y prohibido en otros.

Les invito a valorizar nuestro repertorio de himnos y coritos, pues se trata de un verdadero tesoro, tanto en lo que concierne a lo musical como a las letras y poesía de las mismas. Tenemos un himnario con verdaderas joyas musicales que pueden ser ampliadas usando otros muchos libros de música cristiana que hoy tenemos a nuestra disposición.

Demos gracias y cuidémonos de caer en la trampa emocional de aquellas composiciones, sin contenido ni poesía en su letra y con música proveniente del «mundo» que solo estimula a los sentidos, incluyendo al movimiento y a la lascivia; creaciones que hoy se suelen escuchar en muchas iglesias cristianas. Tres importantes consideraciones provenientes de la Biblia al usar la música con la cual se adora a Dios: «Cantad con inteligencia (Salmos 47: 7b); «Cantad a Jehová cántico nuevo» (Salmos 98: 1) y agrego las palabras de Pablo a los corintios: «cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento (1ª Corintios 14: 15b).

Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes



Lectura Bíblica

Romanos 7: 14-25.

Introducción

Cuando hablamos del apóstol Pablo estamos refiriéndonos a una persona que Dios utilizó de una manera sobresaliente y muy eficaz. El gran apóstol Pedro se refiere a él como un hombre que escribe cosas que a veces son difíciles de entender. Pablo vivió experiencias extraordinarias como haber subido al tercer cielo y haber oído palabras inefables y en otro momento nos dice: «sed imitadores de mí».

¿Puede alguien dudar del amor que Pablo sentía hacia Dios y hacia su prójimo? Él es quien ha dejado todo y lo tiene por estiércol al compararlo con lo que ahora posee en Cristo a pesar de los golpes y múltiples marcas que tenía su cuerpo debido al servicio al Señor. Él llora por los perdidos y va tras ellos al costo de arriesgar su vida y salud.

Sin embargo, este mismo Pablo se expresa así de sí mismo: «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.» (Romanos 7: 18-19).

Es tan importante la lección que el Apóstol nos entrega por medio de estas afirmaciones que vale el esfuerzo considerarlas con mayor detención.

  1. Un gran conflicto.
  2. Identificando los motivos.
  3. Buscando soluciones.
  4. Superando el conflicto.

Conclusión

Debemos estar conscientes de que existe mucha oposición para que el creyente practique la voluntad del Señor en su vida, pues su vieja naturaleza, el mundo y Satanás se empeñan por evitar su realización.

Solo una voluntad rendida y sujeta al Espíritu Santo puede lograr victorias y con ello agradar a Dios.

porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.

Filipenses 2: 13