El Espíritu Santo y el creyente, parte II: consolador y arras
Muy buenos días, hermanos:
Mateo, recordando la profecía de Isaías, dice: «He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.» (Mateo 1: 23).
Emanuel, Dios con nosotros, es una realidad que supera nuestra capacidad de comprensión y de justa gratitud. El Verbo de Dios se encarna para tomar nuestro lugar y pagar en una cruz por nuestros pecados.
Se trata de una realidad tan sublime que siempre seremos limitados para reconocerla y agradecerla como corresponde.
Alabemos —y no solo en estos días— con corazón devoto y humilde al Señor por su sublime gracia manifestada en el nacimiento de nuestro Salvador.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Juan 1: 1
Pastor Sergio Oschilewski Malinowski
Iglesia Bíblica Las Condes
Lectura Bíblica
Juan 14: 15-26.
Introducción
Hace unos domingos comenzamos a escudriñar en las Escrituras buscando luz sobre las funciones que cumple el Espíritu Santo en el creyente.
En aquella oportunidad descubrimos que el creyente, el redimido, tiene al Espíritu Santo morando en él desde el mismo momento que entregó su vida al Señor, el cual constituye un sello vivo que garantiza que es propiedad de Dios.
En esta oportunidad les invito a abrir nuevamente nuestras biblias, con el fin de continuar con nuestra navegación por el sublime tema del Espíritu Santo. Lo hermoso es que al dejar que la Biblia nos enseñe sobre este tema, en realidad, lo que hacemos es que el mismo Espíritu nos hable sobe sí, pues la Palabra Santa no es otra cosa que Su palabra. Es así que se nos revela que el Santo Espíritu nos fue dado como:
- Consolador (Juan 14: 16, 26; 15: 26).
- Anticipo del cielo (Efesios 1: 13-14; 2ª Corintios 1: 22; 5: 5).
Conclusión
Mientras más conocemos las funciones que cumple el Espíritu Santo en nuestras vidas, mientras más conocemos cómo es él, más nos damos cuenta de los grandes recursos que Dios ha puesto a nuestra disposición para crecer y vencer todos los obstáculos que se nos presenten bajo el sol. Al mismo tiempo, evitamos tropezar en los numerosos errores con los que muchísimos caen ofendiendo al divino Paracleto.
Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
Juan 14: 26