La más grande de todas las personas

Él les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Pedro, dijo: El Cristo de Dios.

Lucas 9:20

Introducción

Nuevamente se acercan los días en que conmemoramos en forma especialmente destacada, la pasión, la muerte, la resurrección y la ascensión a los cielos, de nuestro Salvador y Señor Jesucristo.

Jesucristo, ¡qué gran personaje! No sólo es admirable por su poder y su autoridad, sino por todo lo que podemos aprender de él a partir de las Sagradas Escrituras.

Su nombre se encuentra en los labios de muchos, quizás el nombre más repetido de la historia, pero ¿Cuánto conocemos de la persona que lo lleva? Un hombre llamado Jesús, pero ¿Quién es ese hombre? ¿Cómo es ese hombre? ¿Qué tengo yo que ver con ese hombre? ¿Es solo un hombre?

Muchos fueron por él para desacreditarlo, escarnecerle y aun prenderle y volvieron conmovidos e incluso convertidos. Como ejemplos, podemos citar dos caso llamativos: Los alguaciles enviados por los principales sacerdotes y fariseos para prenderle (Juan 7:32, 45-48) y el caso del apóstol Pablo.

Por otra parte, largo sería enumerar los elogios y comentarios de muchos destacados hombres que, a pesar de no haber llegado a rendir sus vidas al Señor, fueron capaces de quedar maravillados con la figura de Jesús. Ejemplos: Matthew Arnold, J. S. Mill, Ernest Renán.

Nadie es el mismo después de conocer al Señor Jesús. La vida de toda persona experimentará los efectos de haber conocido al Señor. Efectos sublimes para aquellos que le reconocen como su salvador y efectos tristes para aquellos que se alejan de él sin haber entablado una relación de vida.

Pongamos ahora nuestra vista sobre el Nazareno que cambia vidas y maravilla incluso a sus enemigos más inteligentes.

  1. El amor de Jesús
  2. La inteligencia de Jesús
  3. La voluntad de Jesús
  4. La divinidad de Jesús

Conclusión

En la medida que conocemos al Señor Jesús, suceden tres cosas con nosotros: Su persona crece inconmensurablemente ante nuestros ojos; al mismo tiempo, nosotros, nos vamos sintiendo cada vez más pequeños y espontáneamente nace, en forma creciente, un sentimiento de adoración y reverencia que nos insta a decirle: «¡Señor mío, y Dios mío!»

Día a día sigamos escudriñando las Escrituras porque ellas nos revelan la magnificencia de aquel que nos amó desde antes de la fundación del mundo, entregando un fuerte ancla a nuestra fe.

Luego, es importante recordar que Jesús es nuestro modelo de vida. Cristo es la meta puesta a todo cristiano. Efesios 4:13; Gálatas 4:19.

Predicador

Rodrigo Cartagena Armijo

Fecha

6 de abril de 2014

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